A la hora de adoptar un gato una de las preocupaciones que más nos atormenta es el hecho de que pueda contraer una enfermedad y que exista un riesgo real de que ésta se transmitiese a los miembros de la unidad familiar. Una de las enfermedades más comunes en este sentido es la toxoplasmosis. Pero, ¿qué es realmente y cómo puede llegar a afectar al ser humano?
Se define como una enfermedad producida por el parásito intracelular Toxoplasma Gondil, el cual genera quistes en nuestra mascota y que no será expulsado hasta pasados entre 10 y 14 días. No obstante, a través de la zoonosis, esta enfermedad podría ser emitida del gato a niños y adultos si ingiriesen huevos microscópicos del parásito o comiesen quistes en carnes mal cocidas de oveja, cerdo, vaca o venado. ¡Pero que no cunda el pánico! El parásito Toxoplasma Gondil solo puede convertirse en adulto dentro del cuerpo de un gato, viviendo en el intestino de éste, por lo que los huevos solo llegarán al ambiente por medio de las heces de nuestra mascota.
Los huevos del parásito tardan de media de uno a cinco días en madurar antes de que se conviertan en contagiosos para las personas u otros animales. Si se produjese la ingesta, el huevo se alojaría y se adheriría a la pared intestinal produciendo un quiste en un músculo u órgano. Dichos quistes podrían evolucionar si la persona tuviese un sistema inmunitario debilitado a raíz de otras enfermedades o por tomar demasiados medicamentos. Estamos ante una de las enfermedades más frecuentes en gatos.
Causas y síntomas
La toxoplasmosis en gatos se produce cuando éste ingiere quistes que se encuentran en tejidos o en heces de otros alimentos, al beber agua contaminada o por comer carne cruda de pájaros vivos o ratones. También podría originarse en la placenta, generándole cuadros hepáticos o pulmonares graves que podrían derivar en la muerte.
Lo conveniente es que nada más tengas la sensación de que tu gato padece algún tipo de síntoma relacionado con la toxoplasmosis, lo pongas en manos de un eficiente equipo de profesionales sanitarios, como con el que contamos en Clínica El Olivar. Durante el ciclo entero-epitelial el gato puede tener síntomas leves como diarreas o vómitos, pero si el microorganismo se alojase en el ciclo extraintestinal se podría producir una necrosis celular y a su vez derivar en fiebre, apatía, anorexia, ataxia, convulsiones, dolores musculares, retinocoroiditis o linfadenopatía, entre otras sintomatologías.
Tratamientos eficaces
Lo conveniente es someterlo a pruebas diagnósticas si tenemos la más mínima sospecha de que se tratase de un caso de toxoplasmosis. No obstante, y ya que el parásito no se puede eliminar por completo del organismo del gato, podrán aplicarse fármacos que supongan un remedio frente a esta enfermedad.
- Clindamicina tópica: Con ella los síntomas se revierten rápidamente a excepción de los problemas oculares. Se recomienda una dosis de 10 a 12 mg/kg cada 12 horas por vía oral durante 30 días.
- Corticoides tópicos o sintéticos: Frente a lesiones oculares como glaucomas o luxaciones del cristalino, se recomienda añadir gotas de corticoides, por ejemplo, acetato de prednisolona cada 6 u 8 horas.
Otras medidas preventivas
Aunque la toxoplasmosis es más común en gatos que habitan en zonas rurales, se podrá prevenir la infección de los gatos domésticos con prácticas tan sencillas como extremar la higiene y el saneamiento del hogar, evitar la ingesta de carne cruda y seguir a rajatabla la cartilla de vacunación. Esto último es lo más importante, ya que al inocular al gato la cepa de toxoplasma virulenta le haremos inmune a la enfermedad.
La transmisión a humanos
Las mujeres embarazadas e inmunodeprimidas se convierten en la principal población de riesgo cuando nuestro gato contrae toxoplasmosis. Al final el feto podría acarrear problemas cerebrales graves. No obstante, las posibilidades de que un gato doméstico transmita la enfermedad son muy bajas, ya que el gato no suele tener acceso al exterior y por ende no puede ingerir carne cruda o heces infectadas.
Además, en caso de ingesta, si el gato fuese seronegativo, sería necesario reforzar las medidas higiénicas en casa para evitar la transmisión de la enfermedad en mujeres gestantes, ya que tardará unos cinco días en expulsar los ooquistes. Lo mejor será utilizar guantes a la hora de manipular los excrementos de nuestro gato, y en caso de embarazo, evitar limpiar el arenero para exponerse lo menos posible a la enfermedad.
Algunos bebés también pueden contraer síntomas de toxoplasmosis como: sarpullidos, ganglios linfáticos inflamados, baja cantidad de plaquetas en sangre, agrandamiento del hígado y del bazo o cansancio. No obstante, el 70-90% de los bebés nacidos con toxoplasmosis no presentan signos al nacer, sino que a los meses e incluso a los años aparecen complicaciones como la inflamación de los ojos o el cerebro, sordera, bloqueo de las vías de circulación del líquido cefalorraquídeo o retraso en el desarrollo.
La transmisión de toxoplasmosis a niños o adultos es muy poco frecuente, aunque si se genera los síntomas serán similares a la mononucleosis infecciosa (fiebre, dolores musculares, de garganta y de cabeza o inflamación de los ganglios linfáticos). Las personas con un sistema inmunitario debilitado podrían quedarse ciegas debido a la aparición de quistes en la retina o incluso en el cerebro que derivase en encefalitis o meningitis. La neumonía también es otra consecuencia muy común.
En cualquier caso, ante la más mínima sospecha de la aparición de toxoplasmosis en nuestro gato, lo conveniente será acudir a un equipo de profesionales que realicen un diagnóstico meticuloso a nuestro minino. ¡En Clínica El Olivar ponemos a tu disposición los mejores profesionales, técnicas y equipos!